Pues la respuesta a esa pregunta es muy sencilla. Toca levantar bien alta la cabeza y proclamar a los cuatro vientos que yo tengo sangre azul, que yo soy del Oviedo.
La tarde fatídica de ayer fue un claro reflejo de que lo que mal empieza, mal acaba. Podemos remontarnos tanto al principio de esta semana como a principio de temporada, para ver que en ambos casos el comienzo no fue bueno.
Dentro del campo se vivió una situación insólita, donde un equipo jugando en superioridad numérica permite que le hagan dos goles, si bien el primero en una jugada de estrategia es aceptable, que no perdonable, el segundo es por no saber disputar un partido de estas características.
Las lágrimas al final del partido de algunos jugadores, esos que realmente sienten la camiseta, eran una clara muestra de la decepción que sabían que habían causado en las 20000 almas azules que había en el Tartiere.
Algunas de esas lágrimas sonaban a despedida, sonaban a un hasta siempre Oviedo, hice todo lo posible por devolverte a donde merecías, pero no lo he conseguido. Pocos fueron los jugadores que se quedaron en el campo tras el pitido final, siendo inadmisible que ninguno de ellos se dirigiese a la afición tras la debacle, esa afición que como yo, hoy tiene dolor de garganta de los ánimos de ayer. Es un acto que provocó en mi una decepción aún mayor a la vivida durante el partido.
Por otro lado, estaba claro que una vez el Oviedo fuese eliminado o consiguiese el ascenso, el centro de todas las miradas iba a ser el consejo, y tras la eliminación de ayer, la rampa de salida del estadio estaba ocupada por cientos de seguidores azules pidiendo la dimisión del máximo accionista, Alberto. Para no dar la cara, y visto lo que sucedió a continuación, este personaje avisó a las fuerzas de seguridad, que se emplearon con una extrema dureza contra las personas allí presentes.
Y cuando es extrema dureza, todos pensamos en porra en mano y escudo de plástico, sin embargo, se emplearon tanto pistolas de bolas de goma...y en algunos casos lo que parece ser de fuego real. En caso de confirmarse esta noticia, se deberían de pedir explicaciones, tanto por parte del club (aunque se lavarán las manos), como de los aficionados afectados.
Ahora pensar que el año que viene toca volver a sufrir e intentar quedar primeros de grupo, una eliminatoria y a segunda división. Ese es el objetivo desde ya, sólo falta saber quien será el director de orquesta y los miembros de esta durante la próxima temporada.